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Mi perro no me hace caso: por qué y qué hago

Cuando un perro, por norma general, no obedece a su dueño, la convivencia puede resultar complicada y provocar más de un disgusto. Si tu mascota causa destrozos en casa cada vez que la dejas sola, tira de la correa cuando salís, convirtiendo el paseo en un suplicio, se pelea con otros perros en el parque y parece no escuchar en absoluto tus órdenes, debes tomar medidas para solucionar esta situación.

Son múltiples los posibles motivos que explican ese comportamiento en un perro y la buena noticia es que es mucho lo que puedes hacer para que las cosas cambien. Si te preguntas por qué mi perro no me hace caso, en este artículo de unCOMO te damos pistas para que descubras el motivo y emprendas el camino hacia la solución.

Por qué mi perro no me hace caso

Salvo que un perro tenga realmente un problema severo de conducta, que en caso de que así los sospeches deberías consultar con un etólogo canino, en la mayoría de las ocasiones, el ‘mal comportamiento’ tiene causas bastante sencillas de entender y que suele darse por no tener una comunicación adecuada.

Es normal que, en un momento puntual, tu perro no te haga caso como, por ejemplo, si tienes un perro macho sin esterilizar que va tras una perra que está en celo, es muy probable que en algunos momentos no te haga caso si le ordenas que permanezca quieto. Es puro instinto y resulta muy difícil de contrarrestar.

También puede ocurrir que el animal simplemente no haya entendido una determinada orden. Decir que un perro no hace caso, debe significar que tu perro te ignora de forma reiterada y no hay manera de que te haga caso.

Si esto pasa, hay varias posibles causas. Las más comunes están relacionadas con problemas de comunicación y con un adiestramiento inadecuado. Puede que tu perro no te obedezca porque le das órdenes contradictorias o empleas un lenguaje demasiado complejo que él no acaba de comprender.

También es posible que su adiestramiento se haya basado en el castigo, y no en la recompensa, algo que en realidad no es eficaz ni adecuado. La obediencia de un perro a su compañero humano ha de basarse en la existencia de un vínculo en el que prime el cariño pero también el respeto mutuo.

Si no consigues que tu perro te haga caso, poner en práctica algunos consejos puede hacer que la situación mejore y que, con un poco de paciencia, logres resolver el problema.

Refuerza el vínculo afectivo

Cuanto más estrecha sea la relación del perro con su cuidador más fácil resultará que este acabe obedeciendo. Dentro de las posibilidades, procura pasar más tiempo con tu perro estableciendo (y cumpliendo) rutinas concretas. Un paseo cada mañana, un horario y un lugar determinado para sus comidas, un tiempo de juego y ejercicio, una caricia antes de la hora de dormir... son pequeños gestos que os acercarán y que tu perro esperará cada día, reforzando, así, la relación y logrando que sea más sencillo que te haga caso en el momento en que le des una orden.

Te recomendamos leer este otro post sobre Cómo acariciar a un perro.

Comprueba que tu perro se siente a gusto

A veces, la rebeldía de un animal solo es una manera de expresar que algo le ocurre. Si un perro tiene una conducta extraña, en la que la desobediencia, incluso los comportamientos agresivos, predominan, no está de más una visita al veterinario por si algo no va bien. Una enfermedad no detectada, una dieta inadecuada, falta de ejercicio, estrés por su entorno... puede que en alguno de estos factores esté la causa.

Aquí tienes algunos consejos acerca de Cómo saber si mi perro está enfermo y Cómo saber si mi perro está estresado.

Reinicia su adiestramiento con el refuerzo positivo

En un cachorro es más fácil, pero también un perro adulto puede aprender nuevas normas. Si tu mascota no te hace caso, es un error castigarle o regañarle a base de gritos. Ten paciencia y empieza a realizar con él un entrenamiento que implique practicar ejercicios muy sencillos que, además, tienen premio.

Por ejemplo, prueba a enseñarle que debe permanecer quieto cuando tú se lo indiques. Emplea una sola palabra determinada ‘¡quieto!’, ‘para’, ‘stop’... cuando lo haga, dale una golosina, su juguete o una caricia. Aunque al principio cueste, verás como acaba entendiéndolo, son muy inteligentes y este pequeño logro puede ser un primer e importante paso.

Trabaja con él los comandos que no acepta

A veces, un perro que generalmente se muestra obediente, hay algo concreto en lo que no hace caso. Un ejemplo muy común es el hecho de que consideramos que un perro se porta bien en general, pero a la hora del paseo no respeta el ritmo que marca su cuidador cuando lo pasea atado. Otro ejemplo habitual es que en general haga caso con todo pero no haga caso cuando se trata de compartir un juguete, dárnoslo, etc., algo que en algunas situaciones, si seguimos insistiendo de la misma forma (nosotros u otro animal con el que juegue) y su reacción sigue siendo la misma, podría llegar a terminar con malas reacciones por su parte o por la de otros animales del hogar.

Si esto te ocurre, intenta averiguar el motivo y centra tu trabajo de entrenamiento en ese punto. A base de repetir y premiar ejercicios concretos lograrás corregir la conducta inadecuada. En estos casos, es recomendable buscar ayuda de educadores o etólogos caninos.

Nunca des órdenes contradictorias

En ocasiones, un perro no obedece sencillamente porque no tiene claro lo que le estamos pidiendo. Dale a tu can órdenes o comandos muy claros y siempre coherentes. Además, es importante que entre todos los miembros de la familia haya coherencia. Por ejemplo, el perro no entenderá si subirse al sofá es algo bueno o malo para la convivencia con vosotros si una persona de la familia le invita a hacerlo constantemente y otra hace lo contrario y lo hecha, peor si lo hace riñéndole o con gritos.

Vigila no solo lo que dices con palabras, sino también tu expresión facial y tu lenguaje corporal porque es una parte importantísima de la comunicación con tu perro. La orden verbal debe ir en concordancia con tus gestos, con tu postura, con el tono de voz y hasta con tu mirada. Si algo no ‘encaja,’ puede que el perro no hagas caso porque no tiene claro qué le estás pidiendo.